La relación de pareja es muy compleja, en ella se ponen en juego muchas situaciones emocionales.
En uno de los talleres sobre pareja, cuando pedí que recordaran el comienzo de sus parejas, Marcela nos dice: “él era todo para mí”; Rodolfo agrega: “me casé hace 15 años, durante ese tiempo no existió nada en el mundo, salvo nosotros y lo que sentíamos”.
Ellos saben del enamoramiento que alguna vez los llevó al matrimonio, del amor que se extinguió, de la desilusión y el dolor que experimentan ahora.
¿Qué pasó, cuando nos casamos nada parecía amenazar nuestra dicha?
Debemos preguntarnos: ¿con quién nos casamos?, ¿qué buscábamos en esa otra persona de quien nos enamoramos?
Elsa dice: “yo me fasciné con él. Me gustaba su libertad, su locura, era divertido, audaz. Yo venía de una familia muy rígida”.
Martha agrega: “nos conocimos cuando ambos estábamos en proceso de divorcio, fue hermoso, ambos nos acompañábamos, nos escuchábamos, teníamos una comunicación perfecta, ¿dónde se fue todo eso?”
Susana dice: “él era mayor que yo, con tanta experiencia de vida, un profesional admirado, era tan deseado por otras pero se fijaba en mí”.
“Éramos muy jóvenes, nos llevábamos mal con nuestros padres, pensamos que juntos el mundo iba a cambiar y nos casamos”, dice Carmen.
Los relatos son vívidos, cargados de emoción. Todos logran conectarse con aquel instante de fascinación que llamamos enamoramiento, pero en este período vemos en el otro sólo lo que nos gusta, lo que nos completa, lo que anhelamos aun sin saberlo. Llegamos al casamiento ignorando que el enamoramiento es un estado y el amor un proceso a lo largo del cual el otro va apareciendo tal cuales y no tal cual nosotros queríamos o necesitábamos que fuese.
Nos casamos confiando en que el otro lo será todo, un amante perfecto, un gran amigo, alguien con quien formar una familia, alguien que nos entienda y proteja, alguien perceptivo, una mujer como mi madre, una mujer opuesta a mi madre, un hombre como mi padre, alguien que me dé lo que no tuve, alguien que satisfaga mis necesidades afectivas de la infancia, mi “media naranja”. No lo sabíamos entonces, pero pedíamos lo imposible.
Cuando les pregunto a los integrantes del Taller de Encuentro con Nuestro Niño Interior, qué es lo que más ansiaban de niños, afirman que no obtuvieron cariño, amor, comunicación, tolerancia, reconocimiento, valoración,atención, caricias…
Reconocer cuáles son nuestras necesidades, de dónde provienen, cómo se originaron, es fundamental a la hora de buscar pareja así como durante el encuentro y en la etapa posterior a éste. Si no lo hacemos, continuaremos por un camino de frustración,demandando a nuestra pareja lo mismo que deseábamos que nuestros padres nos dieran, pero que nunca supimos cómo lograrlo.
¿Todo aquello que nos gustó en el otro y nos sumió en el enamoramiento le pertenecía realmente, o nosotros se lo adjudicamos, creando esa persona amada con su ilusoria perfección?
Sigue leyendo la segunda parte la próxima semana. Un abrazo